Se habla mucho acerca de las corrientes de coaching, y en los últimos años, ha surgido una gran confusión acerca de sus límites e incumbencias: lo que es, lo que no es, y el respeto que deben tener todos los coaches con la psicoterapia, profesión de grado y matriculada con la que muchas veces quieren confundir los vende-humo de la actividad.
A a la hora de hablar de coaching es fundamental conocer las distintas corrientes de formación a nivel profesional, donde no se deberían incluir los cursos cortos o talleres de un puñado de horas que no califican para formarte como alguien verdaderamente formado. Es más: se pueden provocar daños irreparables a las personas al abordarlo sin la suficiente experiencia y conocimiento.
¿Qué es el coaching?
El coaching es una disciplina relativamente reciente tal como la conocemos, si bien sus orígenes se remontan a las bases de la filosofía griega, especialmente con la Mayéutica (“dar a luz”) de Sócrates y tantos otros pensadores que cambiaron el rumbo de la humanidad con sus ideas. Más acá en el tiempo, el término fue adoptado en el ámbito deportivo, ya que “coach” (inglés) significa “entrenador” en nuestra lengua; y de eso se trata: de acompañar a las personas a conseguir distinto tipo de resultados superadores.
El curioso origen de la palabra “coach”
Sin embargo, etimológicamente, la palabra coach es de origen húngaro. Debemos ir a la ciudad de Kocs, donde se formó la denominación kocsi, que, en Alemania, pasó a ser kutsche; en italiano, cocchio; y en castellano, coche.
Entonces, la palabra “coach” deriva de “coche”, la herramienta para transportar personas de un lugar a otro. Así surgió el concepto de que el “coaching” es la disciplina que ayuda a las personas a moverse desde un estado presente a uno deseado. Y al que viene a tomar sesiones de coaching, se le dice “coachee”. En mi caso, aplico la más clara denominación de “cliente”.
Algunos pilares fundamentales del coaching
En términos generales, las distintas corrientes de coaching trabajan sobre el eje de la persona como una totalidad; enfocándose en el ser, en su parte interior, como pilar fundamental para proyectar su hacer en el mundo, y, desde allí, conseguir los resultados que se propone.
Justo es reconocer que las corrientes de abordaje del coaching apuntan a resultados parecidos, aunque no idénticos. Veamos:
Hay algunas más introspectivas que funcionan muy bien para el auto conocimiento (y no, por ejemplo, para hacer coaching organizacional en empresas, ya que éstas se focalizan en resultados tangibles, concretos y medibles en plazos más cortos; como sabemos, el proceso de introspección es individual, y toma su tiempo).
Hay otras más conductistas, donde acompañan a las personas a dirigirse más directamente a los logros a conquistar modificando aspectos de su comportamiento y hábitos.
También existen aquellas basadas en ciertos principios filosóficos de un ser superior, y también la que le da significado al coaching a través de su interacción con las neurociencias.
Todas las corrientes tienen su validez y funcionan siempre que se las imparta profesionalmente, con el tiempo apropiado de estudio y profundización. Esto es al menos discutible cuando se promueve un curso rápido de un fin de semana “con salida laboral”. Desde mi percepción, resulta un engaño para las personas, ya que no obtendrán la solidez necesaria para algo tan trascendente como es el contribuir a facilitar procesos de desarrollo humano.
Las principales corrientes del Coaching y sus diferenciales
Cuando se trata de buscar una formación en coaching, o de contratar los servicios de un profesional experimentado y con al menos muchos años de experiencia en esta actividad, es importante saber de antemano cuál es el mapa de las corrientes de formación.
Desde mi perspectiva profesional de más de tres décadas abocado a facilitar procesos de cambio en más de un millón de personas y dos mil quinientas organizaciones, comparto estas ideas con la intención de contribuir a un mayor conocimiento del coaching ejercido en forma profesional:
Coaching con PNL Programación Neuro-Lingüística
En lo personal, considero a la PNL la disciplina fundadora de todas las demás corrientes del coaching, ya que sin excepción toman sus principios rectores, los adaptan y convierten en otro tipo de modelos.
Se trata de un enfoque en la comunicación, desarrollo personal y formas de superación de distintos problemas y desafíos, creado por Richard Bandler y John Grinder en California, Estados Unidos, en la década de 1970. Sus fundadores sostienen que existe una conexión entre los procesos neurológicos («neuro»), el lenguaje («lingüística»), y los patrones de comportamiento aprendidos a través de la experiencia («programación»), afirmando que estos se pueden cambiar para lograr objetivos específicos en la vida.
PNL ha sido mi primera formación, y, al menos en mi experiencia, es posible resignificar los problemas, trabas y los “no puedo” a través de sus herramientas de modelado y tantas otras que te guían hacia un desarrollo excepcional de su conocimiento personal, e incluso, la notable mejora de las relaciones y vínculos, creencias limitantes y paradigmas, y aprender nuevas habilidades.
Todas las corrientes de coaching utilizan modelos de PNL enfocados desde distintas perspectivas. Por ejemplo, lo relativo a comunicación es altamente efectivo, de allí que, con matices, hay escuelas enteras utilizando una parte de PNL como modelo completo.
Corriente de la escuela norteamericana
Thomas Leonard (1955-2003) fundó esta corriente basada en un método que llamó “Coaching “5 x 15” (cinco elementos que se relacionan a través de quince competencias/destrezas/aspectos). En mi caso, he cursado esta metodología en seiscientas horas, bajo otra denominación.
Una visión acerca de Thomas indica que su intención era llevar el poder provocativo del entrenamiento a la vida de todos. No solo quería crear la comunidad más grande y progresista de entrenadores y recursos en el mundo, sino que también quería llevar el coaching a la corriente principal para que todos pudieran desarrollar un enfoque de coaching para sus propias vidas. Fundó la ICF (International Coach Federation) y otras organizaciones, ayudó a centenares de miles de personas y también escribió muchos materiales esenciales de la profesión.
Las 15 competencias en las que se basa la escuela norteamericana impulsada por Leonard son:
Generar conversaciones provocadoras,
Revelar el cliente a sí mismo,
Sacar grandeza,
Disfrutar inmensamente al cliente,
Ampliar los esfuerzos del cliente,
Navegar con curiosidad,
Reconocer la perfección de cada situación,
Poner rumbo a lo más importante,
Comunicar claramente,
Contar lo que percibe,
Ser fan del cliente,
Explorar nuevos territorios,
Saborear la verdad,
Diseñar un entorno favorable,
Respetar la humanidad del cliente.
Un párrafo aparte para un modelo de coaching norteamericano sumamente popular y, bien aplicado, muy efectivo:
Otro aspecto que se relaciona con la corriente norteamericana es el proceso que se vincula con el coaching motivacional, una variante que se aplica en cursos, seminarios, conferencias, talleres y en distinto tipo de intervenciones, con el fin de generar resultados más visibles en menos tiempo.
Lo importante en este punto es que dicho resultado necesita luego ser sostenible en el tiempo; por lo que, si como coach trabajas solo desde la euforia (por poner un ejemplo), se sabe que eso es de corto alcance. En cambio, si combinas el significado y la profundidad, a la vez que motivas permanentemente, es posible desplegar otro tipo de paletas de profundidad en cada cliente o equipo.
Uno de los principios sobre los que articula su efectividad es el conductismo, ya que promueve la adquisición de nuevas conductas o comportamientos. Se apalanca muchas veces en la teoría del refuerzo, que consiste en describir el proceso por el que se incrementa la asociación continuada de una cierta respuesta ante un cierto estímulo, a lo que el cliente le presta atención porque obtendrá algún tipo de recompensa. Le llamamos “refuerzo positivo”.
Todos estos estilos de coaching se enfocan específicamente en la obtención de resultados a través de un desarrollo de acciones que el cliente va descubriendo. Es el entorno del “sí se puede” lo que lleva a moverse a las personas, al descubrir oportunidades que antes no veía. Más recientemente ha incorporado elementos de lo que conocemos como Psicología Positiva. Esto sirve para aumentar su autoestima, los invita a ir por más, a elaborar estrategias motivantes y a desafiar desde adentro hacia fuera, para que alcancen su máximo potencial.
Es así como este tipo de corriente de coaching resulta una de las de mayor aplicación en ámbitos organizacionales, ya que promueve la acción y el resultado, beneficiándose ambas partes: persona y empresa. Otras corrientes no logran esto, por lo cual fallan sistemáticamente en estos ámbitos.
Corriente de Coaching Europeo
Se desarrolló a partir de los postulados de Timothy Gallwey y John Whitmore, quienes ponen foco en el “Ser humano” y su potencial interior, fuertemente influenciados por principios de la psicología humanista. Lo ha planteado en su libro “El juego interior del tenis”.
Es Gallwey quien define que todas las personas tenemos el “juego interior” en la mente, atravesado por el miedo y la desconfianza. Whitmore afirma que se trata de ayudar a liberar el potencial humano para que las personas incrementen al máximo su desempeño.
Esta corriente se propone:
1. Elevar la conciencia
2. Asumir la responsabilidad.
3. Desarrollar la confianza en uno mismo.
“Un coach no ve a las personas como son, sino como pueden llegar a ser”, dice Whitmore. El coaching de corriente europea hace énfasis en el ser humano, su potencial interior y la posibilidad de elegir una vida mejor. Muchos afirman que está fuertemente ligado a la iglesia católica, apostólica y romana, por lo que en ciertas escuelas incorporan dogmas propios de esa religión.
Tres claves que promueve: consciencia, auto-creencia (la confianza en uno mismo) y la Responsabilidad.
Como dato curioso, es aquí donde nace el concepto de “espejado”: “Todos somos espejos de los demás”. El tenista Gallwey, enseñaba técnicas de ese deporte a un alumno, a quien no le dio ninguna instrucción verbal acerca de cómo golpear la pelota: sólo le dijo que se mirara en un espejo mientras practicaba golpes. Al reflejarse y verse, mejoró notablemente los golpes de revés, cosa que jamás había logrado antes en sus clases con otros instructores. De esta forma nació la técnica que el coaching aplica y llama “espejar”.
El Coaching Ontológico
Con mucha difusión en Sudamérica por su origen chileno, esta corriente trabaja sobre la base del modelo de ontología del lenguaje. Fue fundada por Fernando Flores, Rafael Echeverría, Julio Olalla y Humberto Maturana con sus aportes. Peleas de egos entre sus fundadores y exsocios que se sacan chispas públicamente, no debieran interferir en la integridad del sistema que impulsa; sin embargo, no suma.
El coaching ontológico es un gran modelo de coaching, eminentemente filosófico, partiendo de la base de la observación acerca de cómo establecemos conversaciones los seres humanos, a quienes denomina “seres lingüísticos”, uno de sus postulados.
Con un contenido rico recomendable especialmente para las personas que buscan un camino de auto conocimiento, y, a la vez, luego de sus estudios, poder asistir en ese proceso a otras personas, la ontología del lenguaje contiene, también, algunos límites que ellos definen como infranqueables por poco éticos (por ejemplo, dar un consejo al cliente).
Para muchos, el hecho de que su dinámica de coaching se basa en preguntas, es un tanto limitante para quienes buscan resultados en menor tiempo, o que no necesariamente quieran indagar profundo dentro de su ser. Es el caso de las empresas, donde podrían funcionar mejor otro tipo de intervenciones y diseños acordes con los objetivos corporativos, a la vez de contribuir con el impulso de mejores personas en los equipos con herramientas de auto conocimiento, aunque no limitado a ello.
Neurocoaching
Acaso la más reciente de las corrientes, viene a dar respuesta a una gran asignatura pendiente del coaching en general: la falta de una base realmente científica.
El neurocoaching, con sus distintas vertientes y corrientes, propone averiguar todo lo que ya saben las neurociencias y conectarlo con los procesos que hacen las personas al lograr o no sus objetivos, metas y anhelos.
Un punto de partida histórico son los aportes del doctor Paul Brown, creador del modelo llamado “neuro conductual” (NBM) y del modelo de integración de los sistemas organizacionales. Con extensa trayectoria en distintos continentes, especialmente Estados Unidos, Asia y Europa, su postulado promueve que es posible ayudar a las personas a lograr resultados extraordinarios si saben cómo conducir estos impulsos apoyados en las funciones del cerebro.
En mi caso, me he formado en Neurocoaching 4D (cuatro dimensiones: cerebro, cuerpo, mente, entorno), corriente fundada por la profesora argentina Marita Abraham. La experiencia es sumamente satisfactoria, ya que no reniega de las otras escuelas de coaching (cosa que sí sucede a la inversa): las integra y potencia. Aquí el resultado es práctico, concreto y sumamente dinámico, sobre todo para personas con su hemisferio izquierdo predominante (más racional). Las otras escuelas trabajan sobre la base del derecho (más blando).
Actualmente la corriente del Neurocoaching está muy extendida en el mundo.
En mi caso, tengo formación en Coaching Ejecutivo, Coaching Organizacional, Coaching con PNL, Neurocoaching y más recientemente, en los modelos de la Universidad de John Maxwell (Estados Unidos) como miembro del John Maxwell Team.}
Daniel Colombo
Facilitador y Máster Coach Ejecutivo especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales y equipos; comunicador profesional; conferencista internacional; autor de 30 libros. LinkedIn Top Voice América Latina 2019.
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